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La deliciosa historia de una tradición francesa

Las crêpes francesas tienen una historia tan deliciosa como su sabor. Originarias de la región de Bretaña, al noroeste de Francia, comenzaron siendo una comida humilde hecha con trigo sarraceno, un cereal sin gluten que se cultivaba con facilidad en esa zona. Por ello, las primeras crêpes eran oscuras y más parecidas a lo que hoy se conoce como galettes, una versión salada y más rústica.

Una leyenda popular cuenta que las crêpes nacieron por accidente, cuando una campesina derramó papilla sobre una plancha caliente. En lugar de desecharla, decidió probarla y así descubrió su nuevo platillo favorito. Desde entonces, las crêpes se volvieron tradición, primero en hogares rurales y luego en todo el país, donde se preparaban versiones caseras con rellenos dulces o salados.

A lo largo de los siglos, las crêpes se refinaron, llegando a las cocinas nobles de París y convirtiéndose en un símbolo de la gastronomía francesa. Hoy en día, existen versiones para todos los gustos: desde las más clásicas con azúcar y limón, hasta las crêpes dietéticas, elaboradas con harinas integrales o de avena.

Incluso en la era moderna, donde muchas personas buscan alternativas sin gluten, las crêpes no pierden vigencia. Las recetas caseras han evolucionado, permitiendo preparar crêpes ligeras, saludables y aptas para celíacos, sin perder ni una pizca de sabor. Así, esta delicia centenaria sigue girando en sartenes de todo el mundo, adaptándose a cada época ¡sin dejar de lado su esencia francesa!

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